Carmen-Antonia Mocanu 1,2,* , Tudor Petrisor Simionescu 2 , Andreea Elena Mocanu 2 and Liliana Garneata 1,2
La enfermedad renal crónica (ERC) es un problema de salud a nivel mundial, tanto en las etapas pre-diálisis como durante la terapia de reemplazo renal (TRR), impactando significativamente en la morbilidad, mortalidad y calidad de vida de los pacientes, así como en los costos de atención médica.
Las dietas bajas en proteínas (LPD) se posicionan cada vez más proporcionando mayor evidencia de los beneficios adicionales en pacientes con patología renal diabéticos y no diabéticos, siendo pilares en el manejo conservador de la enfermedad renal crónica, factibles de realizar y con efectos beneficiosos tanto para retrasar la terapia de reemplazo renal como para la supervivencia del paciente a largo plazo.
Diferentes estudios mostraron entre los beneficios adicionales de las LPD en la ERC la mejora del balance de nitrógeno, de la acidosis metabólica, del metabolismo del calcio y fósforo, de la resistencia a la insulina y del control de la presión arterial. (1, 2)
Las LPD disminuyen la presión intraglomerular, reducen la proteinuria y retrasan la TRR.
Las dietas veganas y vegetarianas suelen contener 0,6-0,8 g/kg-día de proteínas, parecen atenuar la hiperfiltración, asociándose con una mortalidad más baja en comparación con el régimen no vegetariano. En relación al riesgo de desnutrición, el mayor estudio realizado para evaluar los efectos de las dietas basadas en plantas reveló que los diferentes patrones de dietas vegetarianas alcanzan, incluso exceden los requerimientos mínimos de ingesta de proteínas.
Las proteínas vegetales suelen tener un pH neutro. Aumentar su consumo ayuda a lograr un mejor control del equilibrio ácido-base. La corrección de la acidosis metabólica mejora la supervivencia de los pacientes y atenúa la progresión de la ERC. Si bien estas dietas tienen un mayor contenido de potasio, la absorción de este se atenúa debido a la presencia de fibra.
Los trastornos minerales y óseos en la ERC se asocian con aumento de la mortalidad cardiovascular y con una disminución más rápida de la función renal. Las LPD tienen un efecto adicional en la homeostasis del calcio y el fosfato al reducir los niveles séricos del factor de crecimiento de fibroblastos 23 (FGF 23) hasta en un 33,5 %. En las proteínas vegetales los fosfatos se almacenan en forma de fitato no absorbible debido a la incapacidad del cuerpo humano para metabolizarlo.
Los niveles séricos elevados de treonina e histidina, frecuentes entre pacientes veganos y vegetarianos, se asociaron con el control óptimo de la presión arterial. En pacientes diabéticos la presión arterial media podría reducirse con un enfoque multifactorial óptimo, incluida una intervención dietética de LPD mayoritariamente vegetariana.
Estas dietas son beneficiosas para controlar el metabolismo de los lípidos, debido a una reducción significativa de las grasas saturadas, que se reemplazan con grasas monosaturadas de aceites de hierbas o de pescado.
Además podría mejorar la microbiota intestinal disbiótica del paciente renal caracterizada por una disminución de las bacterias sacarolíticas y un aumento de las que producen toxinas urémicas del intestino promoviendo la aceleración de la ECV (enfermedad cardiovascular). El patrón vegetariano genera una menor cantidad de toxinas urémicas al cambiar las bacterias intestinales proteolíticas a un perfil sacarolítico con la mayor producción de ácidos grasos de cadena corta mejorando la integridad de la barrera intestinal, reduciendo la translocación bacteriana y la inflamación.
Las mismas tienen un contenido más bajo de L-carnitina, lo que puede reducir la producción de TMAO (N-oxido de trimetilamina) reduciendo la mortalidad por enfermedad cardiovascular.
La restricción de proteínas, incluidas las dietas bajas en proteínas a base de plantas, dietas vegetarianas o veganas, son nutricionalmente seguras en pacientes con enfermedad renal crónica, con o sin diabetes que alcanzan la ingesta energética requerida. Estas parecen ser superiores a las dietas mixtas y podrían mejorar algunas alteraciones metabólicas relacionadas con la enfermedad renal crónica, optimizando el control de la presión arterial, el perfil lipídico, glucémico, conservando valores óptimos en el metabolismo óseo mineral, control de potasio, acidosis metabólica y microbiota intestinal.
1. Patel, K.P.; Luo, F.J.-G.; Plummer, N.S.; Hostetter, T.H.; Meyer, T.W. The Production of p-Cresol Sulfate and Indoxyl Sulfate in Vegetarians versus Omnivores. Clin. J. Am. Soc. Nephrol. 2012, 7, 982–988
2. Mihalache, A.; Garneata, L.; Mocanu, C.A.; Simionescu, T.-P.; Mircescu, G. Low-salt low-protein diet and blood pressure control in patients with advanced diabetic kidney disease and heavy proteinuria. Int. Urol. Nephrol. 2021, 53, 1197–1207.
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